Cómo la covid-19 reta a acelerar la informatización de Cuba
El país sufre la deficiente implementación del comercio electrónico, limitaciones en teletrabajo e insuficientes capacidades en recursos humanos e infraestructura de instituciones y ministerios.

Cuando Cuba estuvo en plena cuarentena, las autoridades quisieron acelerar la compraventa de productos de primera necesidad. Una de las plataformas usadas ha sido Tu Envío, que sigue en proceso de pruebas y experimentación.
Foto: Tomada de www.tuenvio.cu
Cuando, en febrero de 2017, las autoridades aprobaron la Política Integral para el Perfeccionamiento de la Informatización de la Sociedad en Cuba, no pensaron que tendría un contexto tan demandante y retador como la actual situación pandémica de la covid-19.
Como nunca en el país caribeño es palpable la necesidad de un proceso como este, pero sobre todo con una implementación más acelerada y efectiva que la actual.
Deficiente ejecución del comercio electrónico, limitadas condiciones para la aplicación del teletrabajo y el trabajo a distancia, insuficientes capacidades tanto en recursos humanos como en infraestructura de instituciones y ministerios, escasa digitalización de procesos, registros y servicios, entre otros, son obstáculos que adquieren mayor visibilidad con el nuevo coronavirus.
Aunque las autoridades han reconocido a las telecomunicaciones, las tecnologías y la información como un “sector de desarrollo estratégico, con un elevado impacto para la seguridad nacional, el desarrollo socioeconómico del país y la elevación de la calidad de vida de los ciudadanos”, su crecimiento no marcha al ritmo necesario y la covid-19 lo demuestra con hechos palpables.
IPS Cuba relaciona algunas de las prioridades identificadas como parte de la política de informatización y cuáles han sido los principales retos y las disyuntivas encontradas en este periodo pandémico.
Desarrollar e implementar servicios en línea
La intención es disponer de prestaciones online “entre instituciones y hacia los ciudadanos, con prioridad en trámites, gestión del gobierno y comercio electrónico”. La crisis de la covid-19 puso al descubierto, y duramente, cuán lejos se está de esa panacea.
Un comercio electrónico caótico, con más preguntas que respuestas, con una demanda que supera en miles a la oferta, con un sistema logístico interno deficiente, fue la primera alerta.
Cuando todo el país estuvo en plena cuarentena, las autoridades quisieron acelerar la compraventa de productos de primera necesidad, un fenómeno que les superó y para lo cual no estaban ni están preparados aún hoy día. Todavía en la actualidad experimentan, ante el fallo de intentos precedentes, con nuevas modalidades para la compra en las tiendas virtuales de Tu Envío, plataforma de la sociedad mercantil Corporación Cimex S.A, que ha ocupado más titulares, post y memes en las redes sociales que las propias noticias oficiales.
Por su parte, con la gestión de trámites vía online intentaron paliar el proceso de informatización, pero la poca capacidad de infraestructura y las limitadas habilidades de recursos humanos encajonan más el proceso. En tiempos de covid -19 se entiende más que nunca la importancia de tener totalmente digitalizados registros públicos como los servicios hospitalarios y legales, el Registro de Consumidores (Oficoda), entre otros.
Incluso, el contexto pandémico supuso un retroceso, toda vez que en muchos territorios, para acceder a los alimentos de primera necesidad, hubo que distribuir una tarjeta complementaria a la ya existente de la bodega (distribución normada) para poder comprar en las tiendas asignadas. Nada que un buen sistema informatizado no hubiera podido resolver.
Sin embargo, hay que destacar, en toda la madeja, la gestión de la telebanca que, al menos, funcionó efectivamente en medio de la compleja situación. La aplicación Transfermóvil resistió, salvo contadas jornadas, un crecimiento exponencial en sus operaciones, e incluso aumentó su capacidad en el pago de servicios básicos y solicitud de nuevas prestaciones, como la posibilidad de abrir una cuenta con tarjeta magnética en moneda libremente convertible con un solo click, literalmente.
Desarrollo y uso de las TICs en cada sector de la economía
En Cuba nunca se habló tanto de teletrabajo y trabajo a distancia o a domicilio como en estos días, en un país donde no existe una tradición de esta modalidad.
Ni las instituciones ni las personas estaban preparadas tecnológicamente para estos procesos, ni los presupuestos estatales soportaban un exceso de gastos por concepto de conectividad (incluso ni lo tenían concebido) y mucho menos las mentalidades de “ocho horas de oficina” confiaban cabalmente en la productividad de estas opciones laborales.
Según datos ofrecidos por Marta Elena Feitó, ministra de Trabajo y Seguridad Social, durante el programa televisivo Mesa Redonda el pasado agosto, el país llegó a tener unos 624.000 trabajadores en estas formas de trabajo. Eso apenas representa 13,4 por ciento de la población económicamente activa del país y alrededor de 20 por ciento de los trabajadores del sector estatal, en caso de que todos fueran de este sistema, dato que en verdad no se especifica.
La propia ministra alertó que actualmente, con la flexibilización de las medidas en algunas provincias, la cifra ha decrecido a 376.000, la mayoría en la capital cubana. “Comenzaron a disminuir en las fases de recuperación y no tiene por qué ser así”, precisó.
Pero la realidad infraestructural dice otra cosa. Un tiempo antes, la misma Feitó reconoció que hay organismos más avanzados que otros, y que han podido adquirir equipamiento en el ámbito de las TICs que les permiten flexibilidad y optimizar las modalidades de trabajo.
Entre los organismos con mayor cantidad de personal acogido a esa alternativa, estuvo el Ministerio de Educación Superior, el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos y el Ministerio de Salud Pública.
Sin embargo, a las limitaciones de soportes técnicos esenciales para el teletrabajo, trabajo a distancia o cualquier proceso laboral en sentido general, se suman prácticas profesionales tradicionales.
Incluso Feitó habló de las resistencias a determinados procesos y dinámicas: “es necesario romper con el concepto de que la calidad del trabajo es relacional al tiempo de horas en la oficina”. Para ello, adelantó, una investigación con la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana identificará las causas de esta percepción.
Ampliar las capacidades y el uso de Internet
El crecimiento del acceso a internet por parte de la ciudadanía fue abrupto; esperado en parte, pero incalculable en toda su dimensión, al menos en los primeros meses.
Las redes de datos se lo sintieron y la estatal empresa de telecomunicaciones de Cuba (Etecsa) también. Todavía hoy día hay semanas o jornadas en los cuales la conectividad es un algoritmo inestable e irritante.
El monopolio de las comunicaciones estableció un grupo de medidas ante la covid-19 que implicaron rebaja del precio de la voz y dato por telefonía móvil en horario de la madrugada, ampliación de la vigencia de los llamados bonos, rebaja de tarifa de larga distancia para llamadas nacionales, extensión de la fecha límite de pago de facturas para servicios de telefonía fija, entre otros.
Pero los precios de conexión a internet siguieron siendo privativos para buena parte de la población, mucha de ella resentida económicamente por la actual coyuntura sanitaria. Ni siquiera las mejoras en los paquetes de datos, sobre todo en la tecnología LTE a la cual no acceden muchos usuarios en Cuba, representó un aliciente para el aumento del acceso a las redes y del casi obligado empleo de correos y plataformas digitales con el teletrabajo. Esto generó campañas, post y exigencias por parte de la ciudadanía que encontraron oídos sordos en la empresa.
De todas formas, con una sola entidad dedicada a las telecomunicaciones en la nación caribeña, se mantiene el crecimiento del servicio. Tanto así que en agosto Etecsa anunció que ya cuatro millones de clientes contaban con acceso a internet desde los celulares. (2020)
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